domingo, 21 de diciembre de 2008

"Se viene Huguito...Renunció Fidel"

"Boludo, no queda otra que tomar las armas" (Seco pon, J.L)


Cuentos Cortos Bolivarianos (Parte IV-Final)

-Se viene Huguito, chabón!
-¿Huguito?
- Si boludo, Huguito Chávez Frias.


Estábamos llegando al Mausoleo de Bolívar, en el centro de Caracas, para ver los restos del libertador, pero para nuestra sorpresa el lugar estaba rodeado por alrededor de 100 soldados que hacían guardia en el lugar.
-“¿Qué ocurre amigo?”, le preguntamos a uno de los militares.
-Viene Chávez con el embajador de la India, a dejar un arreglo floral. ¿Ustedes son Argentinos?
-Sí, sí amigo.
-Che boludo!
Ahí nomás nos pusimos a charlar con los milicos, que se mostraron increíblemente amigables. Y una vez que entramos en confianza…“Amigo, prestáme el fusil para una foto”.




Huguito no llegaba y la ansiedad por verlo era cada vez mayor, pero los amigos de verde se encargaron de entretenernos mostrándonos sus habilidades cantando rap y reggaeton.
Mientras hacíamos tiempo esperándolo a Chávez, uno de los oficiales, un pibe de menos de 20 años, nos confesó su sueño de dejar el ejército para ir a Miami o a Puerto Rico para probar suerte y hacer realidad su sueño de convertirse en un cantante famoso. Enseguida lo alentamos para que persiga su objetivo, que en el fondo es el mismo para todos los seres humanos: ser feliz.
Huguito nunca llegó. Pero pasamos una tarde increíble, conociendo a fondo la vida de los integrantes de la milicia de Chávez, chicos como nosotros, con una vida por delante y un puñado de sueños en la cabeza. Y la gente de Venezuela nos seguía sorprendiendo con su buena vibra.
Nuestros días en la capital Venezolana estaban contados. Después de 15 días en Caracas, decidimos que desde ahí teníamos que pegar el salto a Cuba, nuestra meta, porque de otro modo no llegaríamos con el tiempo que disponíamos. Y además, el cambio de dólares en el mercado negro, que cotiza al doble del precio que el dólar oficial, nos abarataba muchísimos los pasajes de avión.
Luego de muchas idas y venidas, cambiamos nuestros últimos dólares y compramos los pasajes a La Habana por Cubana de Aviación en U$238.
Cuando salíamos de las oficinas de Cubana con los pasajes en la mano, la mañana del 19 de febrero, pasamos por un puesto de diarios y vimos unos titulares que nos dejaron helados: “Renunció Fidel”.



*En el país de las Miss Universo, hasta las militares estan buenas.
"

sábado, 13 de diciembre de 2008

El Fútbol es una mierda (y otros cuentos)


Crónicas bolivarianas (Parte III)
“La hinchada del Caracas es un sentimiento que se lleva adentro, que se construye con peldaños de sueños, de agua y de sol. Juntos llegaremos a lo más alto del torneo y a los argentinos nos cogeremos. Oh sí, a los argentinos nos cogeremos”
(Cántico de la hinchada del Caracas Fútbol Club)


Cuando nos enteramos de que por esos maravillosos días de nuestra estancia en Caracas se jugaría un partido por la Copa Libertadores, protagonizado por un equipo argentino, y que además las entradas eran muy baratas, no dudamos un segundo en concurrir al evento. Nos causaba mucha curiosidad saber como se vivía el fútbol en Venezuela, un país con poca tradición futbolera, al contrario del nuestro, en el que el centro de la vida pasa por patear una pelota.
Así que como buenos futboleros, yo me calcé la camiseta de Boca, Seco la de Argentina, y salimos para el estadio a hacer la previa. Éramos casi los únicos argentinos que andábamos por ahí, por lo que enseguida nos agarraron para hacernos una nota en vivo para una radio local.
- ¿Y ustedes han venido desde Argentina para alentar a San Lorenzo?
- ¡No hermano! Estamos de casualidad por acá.
- Ah ¿andaban justo por Venezuela y decidieron venir a alentar a su equipo?
- No amigo. Yo soy de Boca y el de River.
- ¿Y a que han venido?
- Yo vine a putearlo a Ramón Díaz y a D’Alessandro.
- ¿Y tú que eres de River?
- A putearlo a D’Alessandro- intervino Seco.
Enmarcados en ese sentimiento de hermandad que vivíamos con el pueblo venezolano, fuimos decididos a alentar al Caracas, seguros de ganarnos un lugar en su hinchada. Así que al entrar al estadio, nos dirigimos derecho hacia la popular del Caracas, con Pedro Rafa, nuestro amigo brasileño.
Las miradas de los hinchas caraqueños no eran muy amistosas, pero no nos inquietamos, y el comienzo del partido nos encontró cantando con ellos en contra de San Lorenzo.
Pero el clima poco a poco se fue calentando con el correr de los minutos, y sobre todo, después del primer gol del Caracas. Los cantos de la popular ya apuntaban directamente hacia los argentinos: “Los argentinos son todos putos”, “A los argentinos nos cogemos”, etc. Lo más gracioso era que las melodías que usaban para sus cánticos eran todas de canciones del Rock argentino, como “Matador”, de los Fabulosos Cadillacs. Y otro dato interesante: la palabra “coger” misteriosamente mutó su sentido originario, el de España y de gran parte de Latinoamérica (tomar, agarrar), por el significado que tiene en Argentina.
De las tribunas de arriba nos llegaban escupitajos y vasos de coca, pero el momento más irritante fue cuando nuestro amigo brasilero, sentado a nuestro lado, nos gritó “hijos de puta” junto con los simpatizantes del caracas, mirándonos a la cara.
“Yo me voy”, le dije a Seco. “No aguanto más”. Nos salió el argentino de adentro, y nos fuimos a la otra punta del estadio, en medio de los insultos que caían como lanzas de las tribunas superiores, a la barra brava de San Lorenzo.
Para nuestra sorpresa, tampoco fuimos recibidos muy gratamente por nuestros compatriotas. Los colores de boca que llevaba en el pecho no les causaban mucha gracia, pero no nos dijeron nada. Así que fervientemente nos dimos vuelta como una media, para alentar a San Lorenzo hasta que finalizó el partido. En ese momento se me acercó un hincha venezolano del club argentino, tapándome el paso con su cuerpo. “Qué haces con la camiseta de Boca en la hinchada de San Lorenzo”, me increpó el veneco.
Toda la hermandad que habíamos sentido con el pueblo venezolano por esos días de febrero, se había ido a la mierda en el segundo en que el árbitro dio el pitazo para comenzar el partido. Ahí comprendimos que toda actividad que mezcla la pasión con el fanatismo, como el fútbol, la religión, el patriotismo, son acciones disgregadoras, que unen a una parte de la sociedad pero para enfrentarla a otra.
Al otro día, hicimos un picadito y Seco se prometió hacerse fanático de River, como una de las metas a conseguir en ese hermoso 2008 que recién comenzaba. Hoy, un año después, boquita está a punto de conseguir otro torneo local. Ah, que lindo es el fútbol!