Cuentos Cortos Bolivarianos (Parte IV-Final)
-Se viene Huguito, chabón!
-¿Huguito?
- Si boludo, Huguito Chávez Frias.
Estábamos llegando al Mausoleo de Bolívar, en el centro de Caracas, para ver los restos del libertador, pero para nuestra sorpresa el lugar estaba rodeado por alrededor de 100 soldados que hacían guardia en el lugar.
-“¿Qué ocurre amigo?”, le preguntamos a uno de los militares.
-Viene Chávez con el embajador de la India, a dejar un arreglo floral. ¿Ustedes son Argentinos?
-Sí, sí amigo.
-Che boludo!
Ahí nomás nos pusimos a charlar con los milicos, que se mostraron increíblemente amigables. Y una vez que entramos en confianza…“Amigo, prestáme el fusil para una foto”.
Huguito no llegaba y la ansiedad por verlo era cada vez mayor, pero los amigos de verde se encargaron de entretenernos mostrándonos sus habilidades cantando rap y reggaeton.
Mientras hacíamos tiempo esperándolo a Chávez, uno de los oficiales, un pibe de menos de 20 años, nos confesó su sueño de dejar el ejército para ir a Miami o a Puerto Rico para probar suerte y hacer realidad su sueño de convertirse en un cantante famoso. Enseguida lo alentamos para que persiga su objetivo, que en el fondo es el mismo para todos los seres humanos: ser feliz.
Huguito nunca llegó. Pero pasamos una tarde increíble, conociendo a fondo la vida de los integrantes de la milicia de Chávez, chicos como nosotros, con una vida por delante y un puñado de sueños en la cabeza. Y la gente de Venezuela nos seguía sorprendiendo con su buena vibra.
Nuestros días en la capital Venezolana estaban contados. Después de 15 días en Caracas, decidimos que desde ahí teníamos que pegar el salto a Cuba, nuestra meta, porque de otro modo no llegaríamos con el tiempo que disponíamos. Y además, el cambio de dólares en el mercado negro, que cotiza al doble del precio que el dólar oficial, nos abarataba muchísimos los pasajes de avión.
Luego de muchas idas y venidas, cambiamos nuestros últimos dólares y compramos los pasajes a La Habana por Cubana de Aviación en U$238.
Cuando salíamos de las oficinas de Cubana con los pasajes en la mano, la mañana del 19 de febrero, pasamos por un puesto de diarios y vimos unos titulares que nos dejaron helados: “Renunció Fidel”.
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